
¿En qué consiste el examen visual?
El óptico u optometrista recomiendan exámenes visuales de manera regular para asegurar al paciente una visión clara, confortable y sana. Este tipo de pruebas permiten encontrar indicios de enfermedades tales como la diabetes o el glaucoma que pueden afectar a tu salud en general. En la exploración ocular se utilizan diversas pruebas. A continuación, vamos a repasar aquellas que son más comunes en este tipo de revisiones, aunque es posible que tu optometrista se adapte a tus necesidades y no considere necesario realizar alguna de ellas.
El examen visual, paso a paso
En primer lugar, el auxiliar de óptica comprobará que tu ficha incluya la información correcta y actualizada. Además, si usas lentes de contacto, deberás quitártelas antes de la revisión.
A continuación, con la ayuda de un tonómetro de no contacto, el auxiliar de óptica -o el propio optometrista- soplará un poco de aire en cada uno de tus ojos. El aire rebotará en el instrumento y proporciona la medida de la presión intraocular. Esta prueba es muy importante, ya que una presión alta sería un síntoma de la presencia de un glaucoma incipiente, una enfermedad que afecta gravemente a la capacidad de visión.
Posteriormente, el autorrefractómetro medirá los posibles defectos de refracción de tus ojos y proporcionará al óptico una lectura aproximada de tu graduación. Además, si llevas gafas actualmente, mediante un frontofocómetro procederán del mismo modo. De esta forma, el especialista podrá comparar los resultados obtenidos en tu examen ocular.
Para afinar los resultados, el óptico puede utilizar la lámpara de hendidura, un potente microscopio con luz incorporada que permite detectar anomalías o lesiones en la superficie exterior de los ojos –la córnea, el iris y el cristalino-. Se trata de una prueba fundamental para los usuarios de lentes de contacto.
Por último, el optometrista te hará preguntas relacionadas con tu salud, antecedentes familiares, trabajo y estilo de vida. Es muy importante que conozca tus necesidades visuales, especialmente si el motivo de tu visita es un problema específico. Una vez finalizadas todas las pruebas –las anteriormente citadas u otras específicas- el especialista comentará contigo los resultados y te dirá si necesitas o no lentes de contacto, si ha detectado alguna anomalía, y te entregará la prescripción de tus gafas.
Dioptrías, ¿qué son?
La dioptría es la unidad -en valores positivos o negativos- que señala la refracción de una lente, y equivale al valor recíproco de su longitud focal expresada en metros. El signo ‘+’ o positivo corresponde a las lentes convergentes, y el signo ‘-‘ o negativo, a las divergentes. La escala va de 0,25 en 0,25 y la graduación puede ser negativa –en tal caso, hablamos de miopía– o positiva –por el contrario, nos referimos a la hipermetropía o presbicia-.
Entonces…
Un ojo miope, percibirá una imagen desenfocada antes de llegar a la retina. Cuanto mayor sea la distancia desde el punto de enfoque a la retina, mayor será la cantidad de dioptrías que la lente necesitará para corregir la imagen y enfocarla correctamente.
La hipermetropía, por el contrario, desenfoca los objetos cercanos, ya que la imagen se forma por detrás de la retina. Y, en este caso, la corrección que necesita es la inversa.
En ambos casos, la cirugía refractiva puede corregir cualquiera de estos dos defectos visuales y devolver el ojo a una condición de refracción óptima, donde no necesite el uso de gafas o lentillas graduadas para conseguir que la imagen se proyecte de forma correcta en la retina.
¿Y si me decanto por el uso de gafas o lentillas?
En la anteriormente nombrada prescripción que te podría entregar tu óptico si detecta dioptrías o desenfoque visual y que, por tanto, serviría para adquirir las lentes que más se adaptan para ti, indicará la cantidad de miopía o de hipermetropía –o ambas- que presentan tus ojos, siempre en dioptrías. ¿Te gustaría saber algo más sobre tu graduación? Revisa de forma periódica tu vista para una correcta graduación y evita así poner en peligro tu salud.