Objetivo, la visión
Cuando buscamos un determinado objeto con la vista, si el grado de atención es alto, somos más receptivos a los detalles que nos ayudan a identificarlo dentro del campo visual. Esto ocurre porque la estimulación del cortex prefrontal, hace que seamos más sensibles a algunos estímulos al tiempo que produce el efecto filtro para otros elementos menos importantes en ese momento.
La visión forma parte de un proceso multifactorial, activo y dinámico. No observamos imágenes estáticas, sino siempre al observar prevalece el movimiento. Para que sea posible la visión dinámica es necesario que entren en funcionamiento dos mecanismos. El mecanismo oculomotor, que localiza el objeto a observar y envía, por así decirlo las “coordenadas” al sistema motor. Es decir, ofrece el campo visual donde se va a desarrollar la acción.
En ese momento el sistema motor ejecuta la secuencia de movimientos musculares necesarios para llevar a cabo la acción de la visión en sí. En este punto hay que tener en cuenta que son seis los músculos extraoculares que en cada ojo se encargan de mantener el alineamiento del eje visual mediante sus movimientos coordinados.
Como podemos deducir, para que se lleve a cabo la acción de la visión, es necesario que varias regiones del cerebro trabajen de manera coordinada. Entre ellas la región prefrontal, la premotora y la parietal. Cuando tenemos que realizar una determinada tarea, nuestro cerebro automáticamente ya ha elaborado su plan de acción y dirige la mirada hacia donde debemos ir, activando para ello el sistema motor.
Es gracias a e este trabajo coordinado que, en una situación de tensión, podemos detectar los estímulos necesarios en la escena visual mucho más fácilmente que cuando el nivel de atención disminuye. De este modo, estímulos que en condiciones normales no serían percibidos, en ese momento sí lo son.
Cuando por ejemplo conduciendo trazamos una curva, tenemos información directa y rápida respecto a la dirección de la curva y a la distancia que nos separa de la línea de la carretera, a la vez que realizamos el reajuste exacto para mantener la distancia adecuada. Gracias a nuestra memoria a largo plazo, tenemos una serie de variables que nos van informando sobre el movimiento que debemos realizar, a la vez que recibimos información dinámica que nos permite reajustar ese movimiento. De este modo, una serie de acciones casi automáticas, mecanizadas, se van reajustando sobre la marcha, gracias a un proceso de aprendizaje anterior basado en prueba-error.
Este aprendizaje previo nos permite predecir el movimiento, gracias a la representación mental que nos facilita la ejecución de la información, reduciendo su tiempo de procesamiento, para que el movimiento de la visión se realice más rápido. En definitiva, utilizamos una serie de mecanismos para predecir la acción que vamos a realizar, para anticipar el movimiento y posteriormente reajustarlo y calibrarlo a la acción concreta.
El ajuste que se produce en la mirada entre dos sacadas, es gracias al trabajo conjunto de dos “reflejos”, el reflejo vestíbulo-ocular, que le confiere rapidez y el reflejo optocinético que corrige la posición de los ojos para dotarlo de eficacia.
Los movimientos sacádicos están íntimamente relacionados con el área lateral intraprietal del cortex, sus células se activan justo antes de realizar un movimiento sacádico. Estos movimientos y las áreas atencionales se relacionan funcional y anatómicamente, es decir, comparten regiones celulares y vías nerviosas. Si notas que algo no funciona bien en tu visión pide cita con nosotros al 974 22 78 53, en Óptica Barreña nuestros grandes profesionales velarán en todo momento por tu salud visual.